YA ES TARDE, las luces de la ciudad han empezado a iluminar la imponente negrura de la noche; el panorama desde aquí es majestuoso: luces amarillas, violáceas, y algunas otras con tintes azules.
El invierno crudo y desolador se ha asomado ya, cala en los huesos y carcome todo cuanto a su paso encuentra. Hace tanto tiempo que los campos ya no florean, hace muchos días que las cosechas se levantaron. ¡Hace ya tanto tiempo!…
El café de la olla que está sobre la estufa, se entromete hasta mi guarida, se cuela en mis narices y se detiene en la garganta; y lo que es más, remueve con su aroma los recuerdos en mi cabeza… y es que hace tanto tiempo que los árboles dejaron de florear, hace no se que tanto tiempo que los duraznos dejaron de golpear maduros la tierra magenta de esta montaña… ¡hace tanto tiempo!
Entre las memorias más latentes estás tú, te apoderas de cada momento, de cada fracción de tiempo y de cada espacio disponible, tanto como lo hace el frío en esta montaña que silenciosa me hace testigo presencial de sus hazañas: quema, quiebra, mata y aniquila. Y es que el verano, justo como tú, dejó de venir por aquí hace ya tanto tiempo… ¡hace ya mucho tiempo!
José Luis de la Cruz Vallejo
D. R.
viernes, octubre 13, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
¿Por qué el dolor espanta? O ¿es el frío generado por la ausencia de una amante el que te constriñe?... ¿Tierra magenta, por qué?...
Publicar un comentario