sábado, abril 14, 2007

Brindis

EN ESOS DÍAS, raros en mí, en los que a uno le da por revirar al pasado, en esos raros días, me encontré con esta pieza de Afo Verde e interpretada por la hermosa persona de Soledad Pastoruti, Argentina por supuesto.
De esas veces, como le ha pasado a alguien con mis textos, en que sientes que esa canción la escribieron pensando en ti. Por ello... GRACIAS Afo.

BRINDIS
Afo Verde

Seguir siguiendo al corazón

y coquetear con la intuición

seguir creciendo y esquivando las rutinas

seguir soñando en un rincón

seguir creyendo que hay un Dios

que me endereza de un tirón la puntería

siempre voy detrás de lo que siento

cada tanto muero…y aquí estoy...


tantos desiertos que crucé

tantos atajos esquivé

tantas batallas que pintaron mis heridas

tantos incendios provoqué

tantos fracasos me probé

que no me explico como canto todavía

y es que siempre voy detrás de lo que siento

cada tanto muero… y aquí estoy...


por esos días por venir

por este brindis para mí

por regalarle a la intuición el alma mía

porque los días se nos van

quiero cantar hasta el final

por otra noche como esta doy mi vida


tantos festejos resigné

tantos amigos extrañé

tantos domingos muy lejos de mi familia

tantas almohadas conocí

tantas canciones me aprendí

que los recuerdos me parecen de otras vidas

siempre voy detrás de lo que siento

cada tanto muero…y aquí estoy...


tantas palizas esquivé

tantas traiciones me compré

tantos enojos me hicieron mostrar los dientes

con mil abrazos me cuidé

con mil amores me curé

juntando heridas sigo creyendo en la gente

siempre voy detrás de lo que siento

cada tanto muero…pero hoy no...


por esos días por venir

por este brindis para mí

por regalarle a la intuición el alma mía

porque los días se nos van

quiero cantar hasta el final

por otra noche como esta doy mi vida


por esos días por venir...


y en esas noches de luna

donde los recuerdos son puñal

me abrazo a mi guitarra

y canto fuerte mis plegarias

y algo pasa, pero ya nada me hace llorar

yo me abrazo a mi guitarra

y canto fuerte mis plegarias

y algo pasa, pero ya nada me va a cambiar


por esos días por venir...
Y si la quieren oir en vivo:


miércoles, abril 11, 2007

La ventana de Santiago



ABRÍ la ventana mientras arreglaba mi ropa en la recámara que hospitalariamente me brindaste. El olor a aire fresco impregnó mis narices y abrió mis pulmones, era el otoño de Santiago de Chile. Olor a madera y a zinc, a cobre y greda, a tierra y mar, a amor generoso.

Las cortinas de la ventana se mecían hacia adentro y hacia afuera. De pronto, una melodía mexicana se entrometió hasta mis oídos ¡qué extraña sensación! El corazón se ponía a mil y me obligó a acercarme a la ventana. Esa extrañes poco a poco se fue convirtiendo en agradabilidad… música de mi tierra azteca en una región andina… ¡válgame Dios! No pude desacelerar el corazón que casi, casi se salía de mi pecho convulsivo.

Ese día fue una hermosa construcción de tiempo y emociones, fue un llenar espacios de forma permanente, de compartir vivencias y derramar lágrimas de felicidad. Tú, hermano chileno, abriste tu espíritu para hacerme sentir bien, y lo lograste.

Los fastuosos paisajes de la Isla no se comparan al remanso de felicidad que construiste en torno a mí. A esa cerca de amor que nos rodeó y nos hizo sentir en verdad como dos viejos amigos que se encuentran después de tanto tiempo.

La despedida fue terrible ¿Cómo me arrancaría de ti? ¿Cómo serían los días por venir? No lograba entenderlo, no había respuestas. ¿Por qué lo bueno dura tan poco? Me cuestioné una y mil veces.

Ya en casa lloré el ayer, sollocé en silencio por el tiempo pasado, por lo aprendido, volteé atrás y vi todo lo que crecí en tan pocos días. Luego limpié mis ojos, me dirigí al diván y me puse a ver las fotografías, ellas recrearon en mi cabeza una a una las experiencias compartidas, y me hicieron entender una verdad: Juntos empezamos un ahora, un presente mejor que el pasado.

Juntos somos como esa canción mexicana acopiada a la Cordillera. Juntos somos dos distancias acortadas, dos corazones que se quieren desde siempre y hasta siempre.

Solo pido a mi Dios dos cosas: que el día que nos vaya mal, nos vaya como en esos días. Y, que por favor, nunca cierre esa ventana que dá a la Cordillera.

CON MUCHO AMOR A MIS HERMANOS CHILENOS, CON GRATITUD POR SU AMOROSA ACOGIDA DURANTE MI ESTANCIA EN SANTIAGO DE CHILE.


José Luis de la Cruz Vallejo

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