miércoles, abril 11, 2007

La ventana de Santiago



ABRÍ la ventana mientras arreglaba mi ropa en la recámara que hospitalariamente me brindaste. El olor a aire fresco impregnó mis narices y abrió mis pulmones, era el otoño de Santiago de Chile. Olor a madera y a zinc, a cobre y greda, a tierra y mar, a amor generoso.

Las cortinas de la ventana se mecían hacia adentro y hacia afuera. De pronto, una melodía mexicana se entrometió hasta mis oídos ¡qué extraña sensación! El corazón se ponía a mil y me obligó a acercarme a la ventana. Esa extrañes poco a poco se fue convirtiendo en agradabilidad… música de mi tierra azteca en una región andina… ¡válgame Dios! No pude desacelerar el corazón que casi, casi se salía de mi pecho convulsivo.

Ese día fue una hermosa construcción de tiempo y emociones, fue un llenar espacios de forma permanente, de compartir vivencias y derramar lágrimas de felicidad. Tú, hermano chileno, abriste tu espíritu para hacerme sentir bien, y lo lograste.

Los fastuosos paisajes de la Isla no se comparan al remanso de felicidad que construiste en torno a mí. A esa cerca de amor que nos rodeó y nos hizo sentir en verdad como dos viejos amigos que se encuentran después de tanto tiempo.

La despedida fue terrible ¿Cómo me arrancaría de ti? ¿Cómo serían los días por venir? No lograba entenderlo, no había respuestas. ¿Por qué lo bueno dura tan poco? Me cuestioné una y mil veces.

Ya en casa lloré el ayer, sollocé en silencio por el tiempo pasado, por lo aprendido, volteé atrás y vi todo lo que crecí en tan pocos días. Luego limpié mis ojos, me dirigí al diván y me puse a ver las fotografías, ellas recrearon en mi cabeza una a una las experiencias compartidas, y me hicieron entender una verdad: Juntos empezamos un ahora, un presente mejor que el pasado.

Juntos somos como esa canción mexicana acopiada a la Cordillera. Juntos somos dos distancias acortadas, dos corazones que se quieren desde siempre y hasta siempre.

Solo pido a mi Dios dos cosas: que el día que nos vaya mal, nos vaya como en esos días. Y, que por favor, nunca cierre esa ventana que dá a la Cordillera.

CON MUCHO AMOR A MIS HERMANOS CHILENOS, CON GRATITUD POR SU AMOROSA ACOGIDA DURANTE MI ESTANCIA EN SANTIAGO DE CHILE.


José Luis de la Cruz Vallejo

®

2 comentarios:

Anónimo dijo...

DICHOSOS LOS OJOS CHILENOS QUE LEAN ESO!!!!!!!!!!!

VALE!!!

UN DÍA ESCRIBES PARA LOS ARGENTINOS CHE

Anónimo dijo...

Son pocos los días donde el problema de la inversión térmica y el hecho de estar entre cerros enturbia un poco el aire capitalino...pero el resto de las jornadas se siente un aire digno de megápolis pero con un poco más de humanidad.

Imagino que ya sabes lo populares que son las melodías mexicanas por estos lados...para el Sur, las rancheras mexicanas se tocan casi tanto como nuestra cueca. Saludos cordiales.