viernes, octubre 13, 2006

El otro yo

USTED es una persona muy valiosa para mí, acéptelo, si viera cuando espacio de mi mente ocupa cada día, tan solo pensar que con una sola aproximación suya mi cuerpo vibra y se desconecta del universo es algo grandioso.

Y es que hace tanto tiempo que nos conocemos, y sin embargo apenas y empezamos a frecuentarnos como yo lo deseaba… Es tan raro que en poco tiempo usted se haya ganado mi cariño; yo, tan huraño, tan reservado y un tanto antisocial… y ahora míreme… míreme como me encuentro, por las noches no duermo, de solo pensar en sus manos, en sus ojos, en esa mirada que atrapa, que quema y que trastorna; esa mirada que permite ver fuera y prohíbe llegar dentro.

Permítame expresarle sin rodeos las oleadas de espasmos que su presencia me provoca, decirle que este ser que apenas y conoce ha construido un mundo en el que solo usted y yo cohabitamos, uno que se ha fincado en deseos, en pasiones y en esperas. Viera la carita que pone cuando estamos tan cercanos, y como sus párpados aprisionan esos hermosos ojos cuando sus labios rozan los míos… y es que en mis sueños usted no es lo mismo, se transforma, como si de reencarnaciones se tratase, de verdad, créame…

Si pudiera ver las gotas de agua cuando escurren por sus lánguidos muslos y lo que es secarlas una a una… y es que usted no lo entendería, su persona tan seria y sobria jamás creería cómo en mi mente cabalgan las más intrépidas aventuras de dos cuerpos que se enredad entre las sábanas, de pasiones contenidas que se desbordan en catarsis de saliva y sudor, de sombras que se demuestran una y mil veces su amor desasosegado.

Disculpe usted mi atrevimiento, pero es lo menos que le puedo decir después de que tan cansado caigo en mi lecho una vez que sucumbo cada noche a una aventura nueva a su lado. Lo siento si mis palabras le ruborizan, lo imagino, pero prefiero arriesgarlo todo a frustrar la resurrección de un ser que ha estado muerto por tanto tiempo, ese ser que apenas yo mismo empiezo a conocer cada mañana que veo el espejo de esta habitación que es testigo de nuestras proezas. Ya para no incomodarle, déjeme decirle por último que…

_Manuel, mi amor, despierta ya se ha hecho tarde para irte al trabajo.



José Luis de la Cruz Vallejo
D. R.

4 comentarios:

Enzo dijo...

El

Enzo dijo...

El diálogo tiene un sabor femenino, pero luego puedo continuar imaginando que tú sigues siendo tú hasta el final y suena como que llamases a un hombre... ¿?... puedo imaginar que miras el reloj y dejas de admirar tu desnudez en él...

adriana dijo...

Ya lo lei Jose Luis y que diera porque el fuera, pero no al que yo amo no tiene sentimientos.

Pero bueno de todo algo bueno nos queda y a mi me quedan los recuerdos.

Muchos saluditos

adriana dijo...

Ya lo lei Jose Luis y que diera porque el fuera, pero no al que yo amo no tiene sentimientos.

Pero bueno de todo algo bueno nos queda y a mi me quedan los recuerdos.

Muchos saluditos